Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Vlad von Carstein

"Rindete y sirveme en la vida o muere y se mi esclavo por toda la eternidad"

Vlad Von Carstein

Vlad von Carstein fue el primero y el mayor de los Condes Vampiro de Sylvania, a su vez nombrado el último de Conde elector de la provincia de Sylvabia durante el Fin de los tiempos por el Emperador. Maestro con la espada y bastante diestro en las artes mágicas, fue Vlad el que convirtió a la nobleza humana de la época en No Muertos y al hacerlo, creó un reino de No Muertos en el centro del Imperio.

Vlad no fue el primer vampiro que se encontró en el Imperio, pero antes de su ascenso al poder estas criaturas No Muertas habían sido depredadores solitarios y quizá unos pocos incluso podrían haber amasado una pequeña fuerza y dominado algún territorio marginal, pero la usurpación del trono de Sylvania a manos de Vlad, y su ascenso al título de Conde Elector, fueron los acontecimientos que marcaron una nueva era de derramamiento de sangre en el Imperio.

Historia[]

Orígenes[]

Como mortal, Vlad von Carstein era conocido como Vashanesh, por cuyas venas corría la sangre del mismísimo Nagash. Fue un brillante soldado y estratega que servía al general Setep de Khemri, al cual traiciono y partió hacia Lahmia, para advertirles de los planes de su general de invadirlos.

Vashanesh impresiono tanto a Neferata, que la vampira que le dio a beber las últimas gotas del Elixir de la Vida y lo desposó, convirtiéndolo en rey de Lahmia y soberano consorte de su creciente población de vampiros. Juntos conspiraron para mantener las demás ciudades de Nehekhara distanciadas entre si, creando una red de espionaje que dividió la nación durante siglos, interrumpiendo todo intento por unificar al pueblo contra ellos.

Primer Conde Vampiro[]

"Ahora todos vosotros sois mis sirvientes. Si preferís servirme en la vida o en la muerte es totalmente irrelevante para mí"

Vlad Von Carstein a los ciudadanos de Altdorf

El Conde Vlad era un hombre muy alto, con una cabellera oscura y ojos penetrantes. Los que lo conocieron y sobrevivieron al encuentro lo describen como un individuo con un encanto fiero, extremadamente inteligente pero con un temperamento diabólico que podía convertirse en un fanático furioso si se torcían sus planes. Se dice que en tales ocasiones, únicamente su esposa Isabella podía calmarlo sin que hubiera derramamiento de sangre.

La historia de Vlad se remonta a muchos siglos atrás, quizás incluso milenios. No existen documentos que relaten sus orígenes antes de su llegada a Sylvania. Incluso los vampiros de Sylvania desconocen los sucesos de la vida de Vlad antes de aquella fatídica noche en Drakenhof, y Vlad ciertamente nunca relató ni recogió su historia salvo, posiblemente, a una persona. Por su acento podía deducirse que había pasado mucho tiempo en el norte. Sin embargo, puede que no hubiera nacido allí y que solo viajara al reino de los zares después de convertirse en un vampiro. Además, conocía bien el funcionamiento del Imperio, su división en la época de su llegada y los tejemanejes de los Condes Electores, lo que atestigua que estaba familiarizado con los métodos de los hombres desde hacía muchos años.

Age of Legends por Clint Langley Vlad von Carstein imagen

Es probable que Vlad hubiese sido un noble del Imperio al que habían despojado de sus posesiones algún tiempo atrás antes de recibir el Beso Oscuro. Una especulación sin base sostiene que Vlad podría tener algún tipo de relación (¡posiblemente fuera un ancestro!) de uno de los pretendientes al trono imperial. Otros rumores afirman incluso que ya era un vampiro mucho antes de la fundación del propio Imperio, y que se trataba de Vashanesh, uno de los primeros vampiros de la ciudad de Lahmia. Sea como fuese, con su muerte final, todo el conocimiento de la vida anterior de Vlad se perdió con él.

Lo que se sabe sobre la historia de Vlad se inicia (de manera más que adecuada) durante una noche de tormenta. El Barón Otto von Drak, en su lecho de muerte, juró que, antes de dejar sus dominios a su hermano, casaría a su hija Isabella con un demonio. Ya fuese por casualidad o por designio del destino, Vlad llegó al Castillo Drakenhof en esa misma hora. Presentándose como un noble, pidió la mano de Isabella, y la pareja se desposó allí mismo. Cuando Otto expiró, pocos instantes después, Vlad von Carstein heredó todas las tierras de Sylvania.

Aunque nadie en todo el Imperio se atreviese a reconocerlo, lo cierto es que en muchos aspectos Vlad no era peor gobernante de lo que lo eran muchos otros nobles. Al principio mantuvo su naturaleza en secreto, y cuando tuvo que emplear la violencia lo hizo solo para inculcar orden y tenacidad en una región que andaba tristemente corta de ambas cosas. Ciertamente, el campesinado no recibía un trato más severo por parte de Vlad del que recibía en otras provincias. De hecho, muchas aldeas de Sylvania prosperaron como nunca lo habían hecho antes. Es cierto que algunos campesinos desaparecían, pero al principio solo eran vagabundos y pendencieros, hombres y mujeres cuya pérdida era celebrada incluso por sus propias familias. Había aldeas que eran arrasadas, sí, pero solo aquellas que rehuían adherirse a las leyes de Vlad, o que le negaban tributo. Por extraño que parezca, muchos plebeyos recibieron con los brazos abiertos el gobierno de Vlad, pues supuso una reducción importante del bandidaje y los disturbios. Los campesinos ni siquiera se preocuparon demasiado cuando los sacerdotes de Sylvania empezaron a desaparecer y sus posesiones sagradas fueron destruidas o enterradas. Al fin y al cabo, eran gente mundana, y prestaban poca atención a la religión oficial.

Corte Vlad

Vlad era cruel cuando resultaba necesario serlo, pero también sabía ser misericordioso. Era innegable que Isabella tenía una gran influencia sobre él. Aunque la suya había sido una boda por conveniencia, pronto floreció un amor sincero entre los dos. Antes incluso de que Vlad le diese el beso de sangre, Isabella era su apoyo y su consuelo, el único ser en el que confiaba plenamente, y el único capaz de calmar su temperamento maligno y destructivo para evitar derramamientos de sangre. Solo cuando Vlad expandió su estirpe a los nobles sylvanos, la región descendió realmente a la oscuridad.

Los demás vampiros carecían del autocontrol de Vlad e Isabella; eran salvajes, amasaban más poder siempre que podían y se regocijaban en la superioridad sobre sus esclavos. Nada, salvo la ira de Vlad, podía mantenerlos a raya, e incluso esa capacidad disuasoria se disipaba rápidamente.

Vlad había asumido que su oscura progenie acabaría controlando los instintos salvajes, igual que él había hecho en cierto momento. Pero a medida que pasó el tiempo fue quedando claro que no iba a ser así. Vlad había compartido su sangre con otros, pero su nobleza era exclusivamente suya. Muchos aristócratas sylvanos ya eran egoístas y despóticos antes de perder su humanidad, y el vampirismo solo empeoró dichos comportamientos. Quizás Vlad debería haber elegido su familia con más cuidado, pero en un lugar como Sylvania sus opciones eran limitadas.

Vlad había gobernado Sylvania durante algo más de doscientos años, convirtiendo Sylvania en un parangón del orden en medio de un reino asolado por la guerra. Las casas nobles del Imperio estaban enfrentadas por la sucesión, como lo habían estado durante generaciones, y en medio de esa división Vlad vio la oportunidad para cumplir un plan que había ideado mucho tiempo atrás. Reunió un ejército de No Muertos y marchó con ellos a reclamar el Imperio para sí mismo. Así fue como dio comienzo una guerra que se extendió durante décadas. Vlad la dirigió en numerosas veces desde la primera línea, luchando con una fuerza y una habilidad que superaban con mucho a las de cualquier hombre mortal. Blandía a Bebedora de Sangre, una espada que robaba la energía vital de aquellos a los que mataba. De hecho, los rumores decían que ese era ya el único método por el que Vlad se alimentaba, desdeñando los toscos festines que celebraban sus camaradas vampiros a cambio de algo más marcial, más honorable. A medida que la guerra siguió su curso, Vlad fue dado por muerto numerosas veces, pero siempre volvía milagrosamente de entre los muertos gracias a un misterioso anillo que llevaba puesto y que no permitía que nadie más tocase.

Guerra Vlad Condes Vampiro

Con el paso de los años, Vlad logró poner al Imperio de rodillas, pues al fin y al cabo ¿cómo se suponía que sus enemigos iban a matar a una criatura que no podía morir, o derrotar a un ejército cuyas filas se veían constantemente reforzadas gracias a los enemigos caídos? Finalmente, Vlad resultó destruido por la traición de sus propios aliados. Mannfred, el más astuto y ambicioso de los von Carstein, contó el secreto del anillo encantado de Vlad a sus enemigos. Armados con ese conocimiento, los humanos robaron el anillo, y no mucho más tarde Vlad pereció ante los mismos muros de Altdorf y, en esa ocasión, murió para no volver. El resto de los von Carstein siguieron luchando (todos salvo Isabella, que no pudo superar la pena y se suicidó) pero las fuerzas de Sylvania acabaron por ser derrotadas. Ni siquiera Mannfred, con toda su astucia, pudo triunfar. Con esa derrota finalizó la primera de las Guerras de los Condes Vampiro, y el nombre de Vlad von Carstein entró en la leyenda.

Como primer Conde Vampiro de Sylvania, Vlad había planeado no solo crear un reino de los muertos sino también de buscar el dominio de los vivos. Vlad emprendió una guerra para convertirse en Emperador, ya que se consideraba con el derecho legitimo de acceder al trono (al igual que otros demandantes de la época). Con el poder del Imperio bajo su mando, podía haberse convertido en uno de los gobernantes más poderosos del mundo, ¿y quién sabe hasta dónde podría haberse extendido sus dominios por todo el globo de haber triunfado? La verdad es que estuvo tan cerca de poder conseguir su ambición que podría haberse convertido en un amargo aviso para los otros Condes Electores, pero tan pronto como Vlad fue destruido, olvidaron la lección de la primera guerra y empezaron a pelearse nuevamente, allanando el camino a los sucesores de Vlad. Estos descendientes continúan asaltando el Imperio hasta la fecha.

El Fin de los Tiempos[]

Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.

Resurrección[]

Incluso ahora, cinco siglos después, Vlad sigue siendo recordado como el más notable de su estirpe. Por todo el Imperio, sacerdotes y estudiosos susurran su nombre y rezan para que sea cierto que ha desaparecido por completo. Igual de expectantes están los von Carstein que aún sobreviven. Algunos de ellos ansían el retorno de Vlad, pues desean un señor que devuelva a su linaje el poder y la gloria. Otros temen su llegada, sabedores de que todas sus tramas quedarán en nada si el Padre de la Oscuridad vuelve para reclamar lo que es suyo.

De hecho, y aunque pocos lo saben, Vlad ha vuelto. Revivido por Nagash, recorre la tierra como uno de sus nueve Mortarcas. Vlad no solo lo hace por lealtad, sino con la esperanza de poder reunirse con Isabella, cuyo espíritu, por algún motivo, nunca llegó a reunirse con el de Vlad en el más allá. Mientras tanto, Vlad ha reclamado de nuevo su espada, su anillo y su reino, con la intención de continuar lo que empezó largo tiempo atrás: llevar la disciplina a un Imperio que la necesita desesperadamente, tanto si sus gentes así lo quieren, como si no.

Batalla de Heffengen[]

Vlad Heffengen

Los motivos de Vlad para apoyar al Imperio en la Batalla de Heffengen eran turbios como poco. Nagash había ordenado al vampiro que mantuviera el frente norte frente a las hordas del Caos, pero incluso entonces estaba buscando una forma de librarse del yugo del Gran Nigromante.

A juzgar por la masacre de la guarnición de Agujadolorosa y los incontables santuarios arrasados en su búsqueda de las cenizas de Isabella von Carstein, es evidente que Vlad sentía poco amor por la gente del Imperio, y ninguno en absoluto hacia el Emperador. Lo más probable es que Vlad estuviese jugando al juego de la supervivencia como mejor podía, esperando a que se presentase una ocasión favorable.

La Batalla del Templo de Shallya[]

Los Von Carstein siempre habían tenido pretensiones al Trono Imperial, siempre considerándose los legítimos gobernantes de Sylvania, y de la propia Stirland. Al ofrecerle una oportunidad de supervivencia, Vlad desgastó el desprecio de Helborg y finalmente lo obligó a aceptar un oscuro trato - el título de Conde Elector a cambio de ayuda de Vlad.

Dioses y Monstruos[]

Vlad

El vampiro Vlad von Carstein hacia tiempo que trataba de derribar el reino de los emperadores Grifo y reemplazarlo por su propio imperio de la no muerte. Al igual que muchos vampiros, veía a las grandes masas de la humanidad como poco más que ganado - ganado para ser desangrado como y cuando sus superiores necesitasen sustento. Al igual que todos los buenos agricultores, Vlad se preocupaba más de lo que le gustaba admitir por el bienestar de sus rebaños y no permanececía de brazos cruzados mientras las fuerzas del desorden buscaban redefinir el reino que había anhelado durante tanto tiempo. Cambiando su forma a la de una nube de murciélagos, se apresuró a bloquear el camino de los Glottkin al Palacio Imperial. Así fue que la liberación de Altdorf recayó no sólo en los Electores vivos, sino en los muertos.

Batalla de los Muertos y Enterrados[]

Vlad había llegado a los Muertos y Enterrados justo a tiempo para ver el ejército de Mannfred caer bajo el dominio de El Sin Nombre. Se había dado cuenta de la presencia de Isabella entre el ejército demoníaco, y su visión le dolió más de lo que cualquier herida física podría haberle dolido jamás. Sin embargo, Vlad mantuvo su consternación muy bien guardada. No confiaba ni en Mannfred ni en Harkon para tener la claridad de pensamiento y propósito que se requeriría para verlos sobrevivir a lo que se avecinaba, y no deseaba mostrar ninguna debilidad que pudiera haber llevado a que se desafiara su autoridad. La salvación de Isabella, si fuera posible, tendría que esperar.

Miniaturas[]

Imágenes[]

Objetos Mágicos[]

Fuentes[]

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